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Acción Social y Empresarial
Después de llevar a cabo diversas actividades en la metrópoli argentina y, poco más tarde, en Bogotá, capital de la República de
Colombia, el 10 de junio de 1960 -hace ahora 50 ańos- es trasladado a Santiago de Cali y en octubre de ese mismo ańo a la zona rural de
Palmira, localidades enclavadas en pleno Valle del Cauca, por cuya planicie se extiende la mayor riqueza azucarera del país más
hispanófilo del mundo.

Y fue en uno de los complejos azucareros vallecaucanos más importantes de Colombia, conocido con el nombre de Ingenio Providencia,
al que había llegado para dar una serie de conferencias por espacio de cinco meses, donde acabaría, por fin, asentándose durante 25
ańos, primero como capellán y, más tarde, como director de relaciones humanas, iniciando así un largo e ininterrumpido período de
ingentes tareas benéficas y sociales.

Desde su incorporación transitoria como capellán se trazó el objetivo de mejorar la situación personal, familiar, laboral y social de los
trabajadores de las empresas que integraban el Ingenio Providencia y que, en su mayoría, a excepción de directivos y técnicos, eran
analfabetos.

Esta formidable dedicación a los obreros más necesitados, que le llevaron a emprender y finalizar cursos de sociología y estudios
superiores de psicología con el objeto de conocer a fondo la naturaleza humana y de orientar las pretensiones y las esperanzas de
millares de jornaleros, insuflándoles sin respiro el grado de autoestima necesario para mejorar paulatinamente sus difíciles condiciones de
vida, fueron la consecuencia de que los rectores de la empresas le propusieran la dirección del departamento de relaciones humanas y el
comienzo de un conjunto de obras humanitarias singulares, tanto desde la vertiente educativa como de la benefactora.

Fue en esta época, en la que el padre Pérez -a quien se empezaba a conocer ya como padre Pepe- iba, de algún modo, cerrando
lentamente el breviario de los rezos al cielo para abrir los doctos libros del conocimiento terrenal, cuando conoció el almíbar amargo de
otros curas colombianos y espańoles que cambiaron el misal del púlpito por el fusil de la guerrilla y se tiraron al monte. Uno de ellos, con
quien mantuvo una estrecha amistad y acabó convirtiéndose en el paradigma de una contradicción humana que sigue rebullendo en su
cerebro, fue el sacerdote y sociólogo Camilo Torres Restrepo, conocido como El cura guerrillero por su pertenencia al Ejército de
Liberación Nacional, ELN, quien cayó muerto en su primer enfrentamiento con las fuerzas del ejército colombiano en Patio Cemento,
Santander, el 15 de febrero de 1966, y cuyo carisma tanto influyó en otros sacerdotes espańoles que se alistaron en la guerrillas, como
Manuel Pérez Martínez, que llegó a Colombia a fines de 1969, junto con Domingo Laín y José Antonio Jiménez, imbuidos de la admiración
que Camilo Torres despertó en muchos jóvenes sacerdotes del mundo entero y seguidores de la teología de la liberación.

Torres era, en palabras del padre José Pérez, el sacerdote más culto, sencillo y elegante que conoció, y ha llorado mil veces recordando
las palabras de Camilo Torres el día que se despidió de él diciéndole: -“Mira, Pepe, aunque Dios no existiera, tendríamos que adorar a
Cristo por su doctrina de amor, pero hoy, para que el amor a Cristo sea eficaz, necesariamente tiene que ser violento, por eso me voy a la
guerrilla…”. Una profunda tristeza le sigue embargando hoy al evocar el suceso porque “a Camilo Torres no lo mataron las balas de
los soldados de su gran amigo el coronel Valencia, lo mataron la cerrazón y la incomprensión de sus superiores, lo mataron la injusticia
social y la insensibilidad social y humana de los gobernantes, lo mataron la impunidad, los más aberrantes atropellos humanos, lo
mataron los políticos corruptos, lo hemos matado entre todos con nuestro mísero y egocéntrico proceder…”, dijo públicamente en varias
ocasiones.

Mientras tanto, y en medio del conflicto armado colombiano heredado del período conocido como La Violencia -etapa caracterizada por
enfrentamientos sangrientos entre conservadores y liberales-, iba creciendo el compromiso del padre Pérez con un mundo mejor basado
en la formación y el pacifismo a través de la educación del ser humano y la justicia social.

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Centro de formación integral Providencia
La primera consecuencia, y con toda seguridad la más importante, es el Centro de Formación Integral Providencia, ubicado en el
municipio de El Cerrito, a 47 kilómetros de Cali, producto del coraje reflexivo, la perseverancia en la búsqueda de una idea verosímil y la
involucración personal infatigable en el trabajo a pie de obra para llevarla a término que seguirían definiendo, uno tras otro, los proyectos
por él promovidos a lo largo de su dilatada vida.

La chispa creativa que daría como resultado este centro educativo saltó una noche en la que no pudo conciliar el sueńo, fuertemente
impresionado por las palabras que habían brotado de la boca de un obrero que, en el transcurso de una charla que acababa de impartir
pocas horas antes a una cuadrilla de cortadores de cańa, se adelantó en el grupo y le dijo sin rodeos: -“Mire, padrecito, nosotros hemos
nacido esclavos y esclavos moriremos. Nuestra suerte está echada y no hay remedio. Si puede, haga algo por nuestros hijos para que no
tengan que correr la misma mala suerte que nosotros”.

El insomnio nocturno trajo consigo, finalmente, un destello de luz. En primer lugar, convenció a los directivos de la empresa para que le
cedieran, sin cargo de ninguna clase, algunos terrenos abandonados; después, recabó maquinaria prestada y ayuda de diversas
instituciones latinoamericanas y europeas; por último, propuso a los obreros levantar un colegio para sus hijos, encabezando él mismo los
grupos de trabajo gratuito para llevar a cabo su construcción durante los fines de semana, dando cada uno lo mejor de sí mismo en un
esfuerzo tan tenaz como voluntarioso.

Para poner en marcha este proyecto ideó, en primer lugar, la creación de la Hermandad Obrera de Acción Católica, HOAC, que adquirió
personalidad jurídica el 17 de Julio de 1963, por Resolución 002283, de los organismos competentes colombianos.

Luego, bajo la firme premisa de convertir a los hijos de los empleados en agentes dinámicos de su propio desarrollo y del bienestar de sus
comunidades, y convencido de que para tal fin era imprescindible concebir un proyecto basado en impartir formación profesional para la
producción y producción para la formación profesional -como un método seguro para que los estudiantes accedieran rápidamente al
mercado de trabajo como mandos intermedios de las empresas vallecaucanas y con el fin de que el colegio pudiese autofinanciarse por sí
mismo en el futuro inmediato- el centro se inauguró en 1965 y sigue siendo, a día de hoy, el más grande del país, ya con categoría de
universidad.

Sólo las ventas anuales de los obradores de la división de confecciones, donde se fabrican toda clase de prendas de vestir y se trabaja a
pleno rendimiento, suponen más del 60% de la financiación de un centro educativo cuyos numerosos aularios, talleres, comedores, salón
de actos, recintos polideportivos, piscina, campo de fútbol… se despliegan sobre 8 hectáreas de superficie, equivalentes a 10 terrenos de
juego como el del Fútbol Club Barcelona, por lo que disfruta, al mismo tiempo de abundantes espacios verdes y amplios viales.

Con capacidad para 4.000 alumnos en el momento presente, que pasan cada curso académico por unas instalaciones que se han ido
ampliando paulatinamente con el paso del tiempo, son casi 40.000 jóvenes los que, desde su fundación, ya se han beneficiado de unos
programas de estudios que gozan de la particularidad ańadida de que la gran mayoría obtienen un trabajo digno tras finalizar el
correspondiente período formativo.

El Ministerio de Educación Nacional le otorgó en 2008 el premio al mejor Ceres (Centros Regionales de Educación Superior) de entre los
103 que existen en Colombia, un programa formativo implantado en las citadas instalaciones a través de la Universidad Autónoma de
Occidente desde 2006.

Declarado centro piloto a imitar en otros países latinoamericanos, en 1982 el Gobierno de Colombia condecoró al padre Pérez con la
Medalla Cívica Camilo Torres, un galardón civil del máximo prestigio creado para “reconocer y enaltecer los servicios eminentes del
educador que incorpora en su trabajo educativo prácticas de convivencia al interior de la institución, que involucra a la comunidad
educativa en el quehacer de la educación, que trabaja por la promoción y defensa de los derechos del nińo y que promueve en los
alumnos el interés por el conocimiento científico y tecnológico”, tal y como se desprende del título.

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El Centro Asistencial Oviedo
Encauzado el problema docente y profesional de los hijos de los trabajadores, pronto iba a dirigir sus esfuerzos a conseguir una vivienda
digna para los obreros que, con los salarios más bajos y el mayor número de hijos a su cargo, malvivían en inmundos barracones.

Siguiendo similares procedimientos a los que habían dado lugar a la construcción del Centro de Formación Integral Providencia, entre
1966 y 1972, levantó en el corregimiento El Placer del aludido municipio de El Cerrito, una barriada de 70 viviendas unifamiliares con
huerto, siguiendo las recomendaciones de habitabilidad que empezaban a imperar en algunos lugares avanzados de Europa y extraídas
de la Convención de Bruselas de 1927, que denominó Barrio Oviedo para dejar constancia de su irreprochable amor por Oviedo y por
Asturias.

Según las conclusiones de la citada Convención, por razones económicas, sociológicas y psicológicas, las viviendas concebidas para los
trabajadores deberían estar cerca de las empresas, pero lo suficientemente alejadas de las mismas como para distanciarse de los
problemas laborales durante el tiempo de descanso y, a la vez, habrían de estar dotadas de un pequeńo huerto donde el trabajador y su
familia encontraran una alternativa productiva al ocio y pudieran cosechar alimentos vegetales -lechugas, patatas, tomates…- que paliaran
las necesidades básicas de alimentación, tanto para consumo propio como para ponerlos a la venta en los mercadillos de la época.

Y así, fiel a los versos de José María Pemán, que el padre Pérez recitó y recitó a sus superiores hasta que le dieron luz verde al proyecto,
tras demostrar que para que los obreros del Ingenio Providencia se sintieran bien consigo mismos y, a la postre, rindieran más en el
trabajo necesitaban Casa limpia en que habitar / pan blanco para comer / un libro para leer / y un Cristo para rezar, amén de un huerto
para ayudarse alimentaria y económicamente, construyó posteriormente el Barrio El Carmen -en recuerdo de la devoción que su madre
sentía por esta advocación mariana- de 200 viviendas, el Barrio Navia Prado y otros dos más en las inmediaciones de la zona.

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El Centro Asistencial para madres solteras de Pasto en Nariño
Dentro del barrio del mismo nombre, en los terrenos previamente reservados para tal fin, ideó ańos después la construcción de un centro
asistencial que cubriera las necesidades de los residentes de los barrios ya anteriormente comentados.

Con la colaboración del Ayuntamiento de Oviedo, este equipamiento de servicios múltiples fue inaugurado el 5 de Febrero de 2004, y
dispone de sala de reuniones, consultorios médicos y odontológicos gratuitos (gracias a convenios de colaboración suscritos con
médicos en prácticas), guardería infantil, taller de corte y confección, escuela culinaria, biblioteca, y zona recreativa para los nińos.

Con la colaboración de Vivian Idreos, traductora y escritora nacida en El Cairo y afincada en Madrid a quien se debe la obra Los últimos
hijos de Constantinopla, se involucró también en el Centro Asistencial para Madres Solteras, en la localidad de Pasto, con capacidad para
70 mujeres, a través de un grupo de colaboradoras de la institución en la capital de Espańa en los ańos 90.

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El proyecto Padrinos Asturianos
Tras la jubilación del consorcio azucarero y después de conocer “in situ” las miserables condiciones de vida de miles de nińos
colombianos, el padre Pérez fundó la institución Padrinos Asturianos, que presta ayuda a casi un millar de menores en situación de
extrema pobreza mediante la fórmula del apadrinamiento.

Y a día de hoy, con 88 ańos ya cumplidos, ahí sigue ejerciendo de director fundador ejecutivo y viajando de Oviedo a Cali y de Cali a
Oviedo, ininterrumpidamente, para supervisar personalmente los programas de formación, promover acuerdos de colaboración con centros
educativos y reclutar directivos y voluntarios capaces de prestar sus servicios de modo absolutamente gratuito, norma tan pertinente como
indispensable.

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